La dirección
del hambre,
tan hueca de
capricho,
gravita en las
entrañas
de esta materia
sorda.
El criminal reparte
su cariño
roñica
desde
herméticos carros
de navidad
corrupta;
su palabra es
de cáncer,
su refugio es de
hielo,
nunca enciende
la llama
de lo que no es
su ego
(tanto témpano
duele
hasta la
indiferencia).
Hace siglos que
huyo
siempre fuera
de ruta,
me protege la
sangre
de mis hermanos,
todos
mis amigos
escriben
tantas palabras
grandes
hacia quién
sabe dónde
(por lo visto,
Beethoven,
abandonado al
tiempo,
con el silencio fuera,
compuso la novena
compuso la novena
con el sonido
dentro).
Llevo siglos
huyendo
y el territorio
brilla.
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