miércoles, 14 de diciembre de 2011

Asilo de lo imposible


La dirección del hambre,
tan hueca de capricho,
gravita en las entrañas
de esta materia sorda.

El criminal reparte
su cariño roñica
desde herméticos carros
de navidad corrupta;

su palabra es de cáncer,
su refugio es de hielo,
nunca enciende la llama
de lo que no es su ego
(tanto témpano duele
hasta la indiferencia).

Hace siglos que huyo
siempre fuera de ruta,
me protege la sangre
de mis hermanos, todos
mis amigos escriben
tantas palabras grandes
hacia quién sabe dónde
(por lo visto, Beethoven,
abandonado al tiempo,
con el silencio fuera,


compuso la novena
con el sonido dentro).

Llevo siglos huyendo
y el territorio brilla.

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