sábado, 28 de enero de 2012

a campo abierto


En mi escondite a campo abierto muero
bajo el árbol que crece sin ser visto
acaricio bosquejos de palabras
hojas secas sin huella del otoño.

Tampoco hay misterio,
solo es un triste convencimiento
un rotundo gargajo congelado en la nieve.

El pensamiento es un polizonte incómodo
que viaja en un barco repleto de cobardes,
las gaviotas picotean el fruto de su vuelo.

Todo a la deriva,
en el mar, raíces,
no pienso demasiado.

Retiro con violencia
la familiar angustia:
letras muertas de piel,
plástico duro
y en su seno descubro un escondite.

Acampo abierto.
Muero.

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