Necesito otra dosis para pasar de la ensoñación al
acecho,
para compaginar las turbulencias de mi intuición
poética,
para no caer enfermo por ausencia de fiesta,
para lanzar muy lejos esta flecha
que aún sigue en la espalda de mi infancia.
Necesito otra dosis para afrontar lo formidable de
la vida.
Por eso canto derrota en papeles con pupilas.
Por eso fumo tabaco de pensar (fumar me hace más
humo).
Por eso tengo un loco que clasifica nubes para
sobrevivir
y nada de lo que escribe le pertenece.
Simplemente me dedico a estar aquí.
La palabra es un viaje de luz,
una nostalgia posible y no una caja
con palabras de oferta en el supermercado.
Me horroriza una permanencia insulsa,
A ciegas confío en que mi neurosis
se torne saludable y rubicunda.
Me da pavor el cambio que me anima.
Oigo el mar en mi cerebro, es un zumbido
que te avisa de algo en lo más hondo.
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